Munich (Alemania)
30 de mayo 2015
¡Aquella fabulosa decisión en el último minuto! Era jueves tarde cuando me atreví por fin a preguntar en el trabajo si me podía tomar el martes y miércoles siguientes ¿Porqué no?
Unos mensajes de móvil a una amiga para conseguir un vuelo de ida a Munich y el viernes ya tenía la sensación de volver a las andadas. Lo echaba de menos, igual era que la mochila me miraba de reojo. ¡Fácil! Ir a visitar a un amigo iba a ser una escusa perfecta. Tras un intento de camuflar mi visita con una visita de una amiga, que no fructificó por cuestiones logísticas, mi colega ya sabía que iba para allí, el que no sabía si iba era yo.
Hay una modalidad kamikaze de volar que consiste en esperar si quedan plazas libres en el avión en un llamado «stand by pass»; ahí sentado esperando que el último pasajero encarase la fila de entrada al finger del avión y decir ¡Sí! y entrar.
Aeropuerto de Munich y esa emoción de llegar, preguntas clásicas, mapa de la ciudad, tren hasta la estación central Hauptbanhof y caminar hasta el hostel, con la agradable sensación del vecindario y la sorpresa de tener una habitación con dos literas para mi sólo; vistas por la ventana, con un cielo azul contrastado del blanco contundente de las nubes.
Llegar a Marienplatz justo cuando el repicar de las campanas marcaba el punto mas alto del sol y las figuras del Neues Rathaus (ayuntamiento nuevo) se ponian en movimiento. No podía mas que mirar a la fachada y buscar a Jordi; allí estaba a las 12 del mediodia nos encontrabamos a las 6.30h del dia siguiente nos ibamos a decir adios. En ese intérvalo, todas las instantáneas de una ciudad cuyo centro es muy agradable de transitar; esa arquitectura alemana de casas regulares y calles correctamente adoquinadas que a uno simpre reconforta!
Un partido del barça, final de copa en un restaurante peruano, y una fiesta en una discoteca con arena de playa para rubricar este primer día en la capital de la cerveza alemana.