Fez (Marruecos)
2,3,4 y 5 de mayo de 2016
Entrar en una medina requiere un cierto sentido de la orientación, del cual carezco; En Barcelona me pierdo: si entro a una tienda al salir no se por que dirección venía. Así que cuando fabulaba sobre este primer destino tuve que hacerme a la idea de tejer un ovillo para encaminarme por las intrincadas calles del laberinto; como cualquier Teseo moderno pero con mochila y sin minotauro.
Llegando a Fez
Del aeropuerto a Fez se puede tomar un grand taxi compartido con otras 5 personas o esperar paciente el autobús hacia la estación de trenes. Esa opción es la que me permitió encontrarme con una pareja argentina Marcela y Rubén (muy viajados) y con Pablo, un chico asturiano afincado en Barcelona que resultó ser un nuevo amigo de viaje. Es por eso que el transporte más lento siempre es el más adecuado para conocer gente. Mientras Pablo leía mi guía de Marruecos, Rubén me explicaba su viaje a Iran!
De la estación del tren varios autobuses llevan a la medina; la cuestión es en que puerta te dejan,… nosotros tuvimos que tirar del ovillo varias veces hasta que llegamos a las calles principales. De ahí, con Pablo, buscamos Dar Jannat que fue refugio amable durante los días de Fez. Moussa y Leila, nos trataron excelentemente, siempre atentos a nuestras necesidades y con una sonrisa hospitalaria en el rostro.
Talaa Seghira y Talaa Kebira
La Bab Bou Jeloud (la puerta azul) es la referencia segura y el centro del hormiguero de la mediana de Fez; lejos del trazado moderno de la ville nouvelle. Compendio, esta zona, de toldos arremetidos y contraflanqueados de una diverdidad-souvenir, recortando la luz entrante sobre una cuidada y caótica combinación de mil tesoros. Lámparas, pufs, alfombras, cerámicas, vestidos y telas, bolsos, alhajas varias, especias, pastas de miel, perfumes,… lo que quieran. Y vendedores? Muchos vendedores! Todos invitando insistentemente a entrar en su establecimiento. Ciertamente uno acaba contestando No, gracias! Soy de Barcelona! Luego, luego! decenas de veces. Sugiero hacerse el despistado si el tendero en cuestión resigue tus pasos.Y es que llega un momento en que uno no sabe ya como decir que no de una forma amable. Esto es así: ¡Paciencia y té con menta!
Una ruta sencilla adentra al visitante hacia la parte mas nueva de la medina, hacia el este mostrando sus encantos. Allí fui yo cámara en mano. Mezquitas y fuentes desde la preciosa Madraza Bou Inania hasta la mezquita considerada universidad mas antigua del mundo: Kairaouine, no visitable como tantos otros lugares a menos que uno sea de creencia islámica. Prometo que pensé en convertirme al Islam sólo para entender la devoción tras las llamadas a la oración (de hecho un día viendo un partido de fútbol de repente se apagaron las luces , el sonido de la narración en árabe cesó y empezaron a sonar las llamadas a la oración) y para visitar esos lugares; desde afuera apenas se advierte la decoración del minarete, fieles limpiándose los pies y alfombras: nada más!
Intercalando el recorrido, diversos Funduq o entradas laterales a pequeñas plazas a forma de zoco de artesanos. Caminar y caminar, y de vez en cuando alguna pastita de miel que son de lo más energético.
Mellah ,el barrio judío
Saliendo de la medina por la Bab Bou Jeloud se abre una plaza grande con coches aparcados alrededor que conduce a unos cuidados jardines, junto al palacio real; más allá un barrio intrincado de puertas pintadas de azul con un encaje diagonal en los marcos (símbolo judío) y una herradura de cinco dedos (mano de Fátima) a modo de anclaje de la bisagra. Calles estrechas delimitan edificios con balcones que describen como ornamentación desvencijadas cruces de David. La primera sinagoga de la ciudad y el cementerio son otros puntos obligados del recorrido.
Meknès, Mulay Idris y Volubilis
Rabat, Marraquech, Fez y Mequínez forman las cuatro ciudades imperiales de Marruecos. Tomando mi primer tren en Marruecos me acerqué a Meknès (Mequínez) para de ahí tomar un taxi compartido hasta Mullay Idris, de ahí otro taxi compartido que nos dejaba en Volubilis para devolvernos luego directamente a Meknès. Los tramos hechos paso a paso abaratan en trayecto, sírvanse de preguntar a otros turistas para compartir y de ahí decidir en pro a su comodidad.
Volubilis
Volubilis me pareció un escenario romano en un enclave extraño, me gusto descubrir una cigüeña encaramada en una columna de la basílica vigilando atenta el foro y el capitolio. Diversas casas con mosaicos, baños, y hasta un arco de triunfo de Caracalla. Los romanos tomaron sus preocupaciones por dotar a esa pequeña ciudad en el norte de África de una infrastructura a día de hoy reconocible. Muy recomendable para huir del trasiego de la medina en una excursión de medio día para sentirse el nuevo emperador del lugar (por unos minutos, claro)
Mulay Idris
Mulay Idris simplemente nos sirvió como lanzadera hasta Volubilis. Allí un cafe-bar que pareciera el casino de reuniones del pueblo nos brindó descanso mientras esperábamos la llegada de otros turistas. No sucedió; en cambio comimos entre risas un excelente bocata con carne asada y verduras preparado por un simpático saharaui que nos ofrecía constantemente whiskey berber (un te marroquí con cierto gusto a miel).
Meknès
Meknès, ciudad amable de espacios más abiertos, grandes palacios plazas y puertas. Caminamos un par de horas por su parte sur de la medina mientras la lluvia, sí! sí! la lluvia nos daba tregua. Me quedó la sensación de ciudad tranquila en la cual pasar largos ratos leyendo o simplemente escuchando los ruidos de la ciudad. ¡Si alguien me invita volveré!
Las «tenerías», curtidores de Fez
Finalmente pude ver una de las famosas estampas de pozas de colores donde los curtidores preparan los cueros para fabricar bolsos, monederos y babuchas para abastecer todo Marruecos. Aquí son famosas y aunque la mas grande esta a la espera de la reinauguración del rey, pude visitar una pequeña. Tras callejear con guía infantil y escuchar al guía del gremio. Te dan un ramito de menta para evitar el mal olor, pero desde la distancia no es tan insoportable.
Momentos de Fez y alrededores
- Escuchar la llamada a la oración desde la azotea con vistas a la ciudad de Fez
- Tomar un té a la menta, como deporte nacional, a todas horas y observar a la gente pasar
- Admirar los trabajos de tallado de la madraza Bou Inania
- Conversar con el vendedor de pinchos que prepara tu bocadillo en el mercado
- Gatos y más gatos, la otra población de la medina
- Imaginar Volubilis en la época romana
- Cientos de golondrinas en la plaza de entrada a la medina de Fez
- Vistar las curtidurías de la ciudad
- Entablar amistad con el encargado del hostel, Mussa
- Despedir a un nuevo amigo: Pablo y descubrir que el viaje recién empieza