Ouarzazate, Ait Benhaddou (Marruecos)
11,12 y 13 de mayo de 2016
¿Cual es la película del día? – me preguntaba.
Ouarzazate es un enclave cruce de caminos, pequeña ciudad que por azar de las rutas ha mantenido una influencia como punto de compás en la zona. Recibe flujos de viajeros que se acercan para lanzar su visita hacia el vecino oasis de Skoura, adentrarse en el mundo de las películas más faraónicas en Ait Benhaddou o tomar camino hacia el desierto Erg Chigaga pasando por Zagora. Obviamente la gente local tiene otros intereses en la ciudad; de hecho me preguntaron si estaba allí por trabajo, porque hay una instalación con paneles solares de capital francés allí cerca.
Ilarbi un local afincado en Donosti, esos días de vacaciones, nos estuvo explicando justo mientras cenábamos un bocadillo marroquí, y luego nos acompaño a arreglar la bolsa a un costurero de la zona del mercado, fue muy amable, incluso puso unos dirhams para pagar el apaño.
Nosotros llegamos allí con la idea de visitar en los estudios cinematográficos cercanos a Ouarzazate. Aunque no sabía que veríamos realmente allí.
Tengo la sensación que podría escribir los nombres de estas ciudades con cuatro vocales de más, con la forma francesa o la local totalmente mezclada, pero sin duda lo más sería entender la grafía amazigh, que me parece una mezcla de griego antiguo y cirílico de lo más interesante. He ido encontrando rastro de esta civilización y creo que es de lo más auténtico que tiene este país, como uno de sus orígenes culturales mas ancestrales, supeditada a día de hoy por el islam, pero presente en muchos lugares.
Tras encontrar acomodo, no sin esquivar los ya reiterados amigos locales del camino que sólo quieren ayudarte, nos acercamos a una feria local de artesanías y cultura tradicional que casualmente nos aguardaba a la vuelta de la esquina.
La feria de Ouarzazate
Un grupo de músicos ataviados con trajes tradicionales esperaba la salida tras la visita del responsable político de la región. Esas cosas de los hombres trajeados y los coches oficiales; excelente ocasión para tomar fotos en el sentido contrario a las miradas. Los hombres recostados en el suelo con vestimentas blancas eran los encargados de los instrumentos de cuerda y percusión, mientras alrededor mujeres de diversas edades lucían colores mas vistosos en azul y rosados y eran las encargadas de danzar con movimientos laterales y cantar rítmicamente mientras daban palmas. Allí pasamos un rato largo tomando fotos, escuchando admirados la música de la región. La cultura en el mundo es inabarcable, ya sólo haber estado ahí me parece suficiente porque entender sería fantástico pero percibirlo de neto es una experiencia que recomiendo.
En el interior de la feria, tenderetes con comida como una especie de rosquilla-churro, palomitas y frutos secos Atracciones mecánicas para niños y adultos. Ahí subimos a una con Jorge a un «saltamontes» con música reggaeton versión marroquí. Fuerte la velocidad del artefacto en cuestión. Ninguno de los dos esperaba ese espectáculo en Ouarzazate pero ahí aparecimos para observar los corrillos de gente, el sorteo de una motocicleta en formato tómbola y niños sonriendo mientras sus padres tomaban fotos al paso circular de los carruseles. Ya no me sorprendía pero volvimos a comentar los grupos no mixtos de chicas o chicos pasándolo bien, totalmente distantes a interacción mutua alguna y obviamente nosotros mas desapercibidos aún, aunque fuéramos los únicos «occidentales» de ese lugar.
Ait Benhaddou, las kasbah de las películas
A la mañana, sentados en la escalera del hostel, Esther y Fede discurrian como llegar a Ait Benhaddou, y eso estuvo genial, porque nos animamos a compartir taxi y luego aventura; hicimos buenas migas y compartimos un buen tiempo. Una ciudad conservada por arte y gracia de la Unesco muestra paredes marrones de adobe donde se han rodado múltiples películas y es interesante de visitar, llegas al pueblo cruzas el río y allí estas. Es totalmente gratuíto, esto lo sabes despues de verte acosado por la mafia de los 10 MAD que te aguarda en las dos primeras entradas del recinto. Unos tipos de Marruecos nos dijeron en castellano clarito que no pagásemos y así lo hicimos, eso fue tras media hora de tonteo previo: «clásicos populares». Me reitero; pero esto es así cada día! Subimos por las callecitas hasta la parte más alta y nos tomamos un tiempo para charlas mientras la brisa y una pequeña sombra nos daban descanso.
A la vuelta la opción era parar en uno de los estudios, pero declinamos esa alternativa pues ya estábamos cansados y era una experiencia que no nos habían aconsejado en sumo grado; hay un par cercanos a Ouarzazate y te dan la típica charla turística por unos 50 dirhams, como Fede ya se conocía la escena, nos dijo que no era realmente necesario.
El día de la panadería
A veces ando perdido por las calles, cuando ya vi lo suficiente, me lanzo a captar momentos de la vida cotidiana: gente comprando, por ejemplo, me parecen muy interesante, la vida cuotidiana. Tras escribir, editar fotos, pasé por el centro de la medina, hacía mucho calor, demasiado, tras fotografiar chicos jugando con castillos hinchables, me tropecé con una camioneta, tamaño tuk-tuk familiar, repleta de pan: esos panes planos de diversas texturas; aunque allí también tenían baguettes. Me encanta el pan marroquí cuando esta recién hecho, aún caliente.
Oteé desde la entrada hacia la oscuridad de la estancia y me animé a entrar a ver a los panaderos en acción. Distribuyen unos 5000 panes diarios, salidos de un horno enorme de suela circular que casualmente llegó hace unos 50 años desde Barcelona. Un avezado trabajador le daba incansablemente a la pala, metiendo y sacando panes en una coreografía perfecta, mientras sus colaboradores acercaban las masas. Movimiento de traslado de la tela a la tabla y cuatro panes para adentro. Tuve el privilegio de hornear un pan marroquí, no es mucho, pero para mi que soy enfermo del pan fue la alegría de ese día.
Estaba previsto no estar mucho en Ouarzazate pero así como quien no quiere la cosa me acomodé para escribir y salió este pan mezcla de anécdotas y recuerdos.