Huay Xai, Tailandia
20 noviembre 2014
Los ríos me dejan absorto, esa manga de agua lodosa y sus retales de arena. Ese transcurrir tranquilo flanqueado de paisaje monótono, con aldeanos difusos en botes, búfalos de agua, árboles frondosos que recortan el paisaje en un film continuo de devenir pausado.
Cruzar fronteras siempre supone un acto de voluntad, no solo por la inevitable cuestión sobre la realidad de las fronteras, sino por el trasiego del transitar entre dos mundos paralelos divididos por puntos y sellos de pasaporte. Allí se presenta uno y cede amablemente su ciudadanía para ser incluido en el común de los ficheros de ciudadanos de allá que entran acá.
Por aquí comentan…