Escribiendo en mi día 6 en Ljubljana: Tengo que planificar cómo escapar de esta ciudad!!! Help!!!
Llegué y llovía, no me gustó la sensación, pero sí el ruido de la lluvia ventanas afuera. Cuando salió un poco el sol descubrí los puentes de la ciudad y su río: ese fue mi primer amor. El trazado semicircular sonríe resiguiendo las aguas del Ljubljanica a uno y otro lado, el castillo allí arriba, con su vista privilegiada de bicicletas y gentes; estelas móviles en el adoquinado. Los puentes como grapas en el mapa juntan el centro de la ciudad de forma majestuosa como cirugía inteligente casi imperceptible. Pareciera como que tramos de río cubrieran el espacio en vez de ser el duro asfalto quien estuvo ahí en segundo término.
Mi segundo amor, el que más me atrapó, fue una sonrisa permanente y atenta. ¿Cómo puede ser atenta una sonrisa? Cómo refleja el rostro el espíritu sino?! ¿Cómo borrarla? Alguien diría que era amabilidad; Lo era, pero lo era desde dentro y sin un porque… o bien el por qué ya estaba en la sonrisa, como el agua su curso. Podría vivir en ese hechizo!? Como conocí en Dublín y recordé en una madera pintada en Berlín: “Home is where the heart is” y en un pequeño hostel Zeppelin de la ciudad yo encontré ese rótulo en una pupila azulverde que decía cosas en esloveno.
¿Qué miras cuando conoces a una persona? Yo intento sincronizar dos elementos: los ojos y los labios; la mirada y la sonrisa en el rostro. En esa combinación aparece un diálogo que te dice quién?!
Mi tercer amor fue una sonrisa discontinua,… cómo decirlo? Como el río que aparece y vuelve a encontrarte. Ella, parecía sería y serena, pero pensativa por dentro. Todo un mundo interior reflejado en su pupila alzada y su ceja expresiva y angulosa… luego en un instante a golpe de compás como un ave inicia a lanzar el vuelo, esa sonrisa: ni la mejor ni la más común, en sí muy reproducible en mi mente! ¿Por alguna razón? ¡Cual? Yo me llevo, cuando pueda salir de aquí, esa secuencia dentro. Como si algo de mi supiese lo que contiene, por una empatía de pasado común; porque simplemente a veces sientes que compartes el mismo aire, que pasa por tus pulmones, te da aliento y resigue buscando otros cuerpos a los cuales dar brisa. Descubrí en ella una pieza azul que encajaba en mi propio puzzle y eso fue casualmente cuando me explico que libros leía y porque le habían servido… en ese momento mi mente imagino la pieza encajando. A veces uno necesita saber porque una persona se ha cruzado en su destino y cuando encuentras la pieza lo entiendes todo o casi todo de ese persona.
(tengo una pulsera que me recordará esas dos sonrisas y un nuevo amigo con mil aventuras vividas a compartir; es una pulsera especial y muy bien trenzada)
Tres tramos en semicírculo para definir un paisaje emocional en una ciudad que causará dolor cuando el tren parta.
Ljubljana: el trazado de sus calles
En lo concreto: La ciudad tiene sus rincones y sus plazas, aunque ese ya no es el relieve que me retiene habitualmente. Pero sin duda ese continente tiene vínculos con el contenido. A riesgo de equivocarme y como siempre digo: mi viaje lo hacen las personas que conozco en los lugares y en primer orden siento haber visto más puntos en ese mapa que en la ruta guiada de la ciudad. Me pregunto porque no viajaremos en nuestro propia ciudad de esta manera; ¿Qué nos distrae?
Pero dejadme que explique las calles, para cuando el paso del tiempo mezcle imágenes de fachadas con otras ciudades.
Cruzar los puentes:
El triple puente, frente la Iglesia franciscana de color rosado enfrontada a una estatua y tres árboles de la Plaza Presernov trg. Ese puente es de lo más sencillo y genial; remodelado por el multipresente y famoso arquitecto de la ciudad Plecnik sirvió para evitar constantes incidentes, aún cuando a día de hoy el tráfico está limitado a horas muy tempranas. Consta de un puente central y dos más apacibles laterales. ¡Sencillamente genial!
A falta de ritual conocido decidí que si recorría el puente atravesando las tres pasarelas de forma consecutiva volvería a la ciudad algún día.
Otros tres puentes importantes: “el puente de los dragones”, “el puente de las estatuas” y el “puente de las columnas” que comunican al otro lado de la ciudad; el lado del castillo le llamo yo: mirando para arriba allí está distante y presente al mismo tiempo.
El dragón es el símbolo de la ciudad; dice la leyenda que Jason y los argonautas pasaron por ahí cuando huían tras robar el vellocino de oro. Al llegar allí se vieron sorprendidos por un dragón al cual Jason dió muerte. También hay quien añade que rescató a una virgen de sus garras. Y en un último chismorreo se dice que los dragones mueven la cola cuando una virgen cruza el puente.
El puente de las estatuas porque sus tres conjuntos escultóricos, o el puente de los candados de amor o puente de los carniceros, que comunica con el mercado central. Su suelo lateral de vidrio lo hace resbaladizo, pero cruzarlo ofrece una vista excelente al puente triple.
El puente de los zapateros, con sus pilares de los cuales dicen que colgaban en una jaula a los panaderos (que ejercían malas prácticas) para escarnio público.
Visualizar las plazas desde cada extremo y pararse en cada detalle.
La Presernov trg recibe su nombre de France Preseren; y ya es mucho que un poeta ocupe ese espacio con la estatua más solicitada para comer algún tentenpie.
Enfrentada y cruzando el triple puente aparece la Mestni trg o plaza del ayuntamiento (Mestna hisa) que cuenta con el museo de arte de la ciudad. La fuente Robba que debe su nombre al artista italiano que la construyó bebe de las aguas de tres ríos del país tan simbólicamente como la fuente de los cuatro ríos a la cual se asemeja en la Piazza Navona de Roma.
Resiguiendo el río pero por el interior la Stari trg y la Gornji trg, con su empedrado y unas casas medievales atravesadas por callejones alargados que servían de drenaje de la basura en su época. Auténtico remanso de paz, con restaurantes y tiendecitas interesantes.
La plaza del mercado hace referencia a la época clásica en una estructura de columnas frente al río a dos páginas atravesada por el puente de las estatuas (o puente de los carniceros). En la extensión central la plaza reúne mercado de productos cultivo ecológico y los viernes un animado mercado de comida al aire libre donde se fusionan aromas que transportan a países lejanos. Allí también la majestuosa Catedral de San Nicolás, patrono de pescadores y gentes de mar, pues la ciudad fue importante puerto fluvial. Una interesante puerta de moderna factura homenajea la visita de San Pablo II.ç
El castillo de Ljubljana
Al cual se accede por diversos caminos o en teleférico y es bien interesante para descansar, leer o escribir en sus alrededores. La visita al interior depara un complejo de restaurantes, alguna exposición y la subida a la torre para observar la panorámica de la ciudad.
Otros puntos de interés
Un antiguo monasterio de los cruzados de la orden de los hospitalarios Krizanke que alrededores del siglo XVIII se instalaron allí siendo el primer hospital de la ciudad. Alrededor hay un anfiteatro donde se celebran diversas representaciones. La plaza alrededor de la universidad donde me quedé atorado viendo un concierto con orquesta y niños cantores… fue que escuche el coro cantando Pink Floid “brick on the Wall” y luego un “Nothing Else Matters” de Metallica y otras piezas que fueron acompañadas de un músico local de voz rasgada y sombrero oscuro… El director de la orquesta era un loco genial y el guitarrista marcaba unos solos espectaculares; muy divertido.
Cabe destacar también que en los alrededores del Museo de Arte Moderno en la zona conocida como Metelkova se concentran en unos edificios, antiguos barracones de la armada en la época soviética, un acervo de bares y locales de música con conciertos varios en un entorno multigrafiteado donde el arte urbano teje una imagen ciertamente ecléptica.
Rincones, cafés, cervecerías, pero ante todo el trasiego de puentes a través del río.
Excursiones alrededor de Ljubljana:
Hay diversas cuevas y lagos, Piran una pequeña ciudad portuaria está a tiro de piedra, y Trieste (Italia) también puede ser una opción.
Yo me decidí por descansar y hacer un par de pequeñas excursiones de día.
El Lago Bled: con su pequeña isla con iglesia a la cual remar y visitar por una hora. También el castillo y las gargantas de Vintgar con su río y pequeñas cataratas para pasear y comer un sandwich frente el verde esloveno.
Las cuevas Skocjanska Jama que representa la garganta subterránea más grande de Europa y describen un espacio cavernario inmenso con un furioso río que resuena en las cavidades. Al salir a la luz y verdor de los árboles uno tiene la sensación de haber visitado un sitio especial.
Otra ciudad que me cautivó…
Y por si no lo he dicho aún: una ciudad a añadir a las que podría vivir, las que guardo en mi ventrículo izquierdo. sLOVEnia!!!