L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona (desde el sofá de casa)
27 Octubre 2015
Hace un mes apenas compré mi vuelo a Lima, …
… vi una oferta con dos escalas que me dejarán 20 horas en mi haber pasajero y podré decir que pisé territorio venezolano, aunque sólo sea para decir “aeropuerto de Caracas”. Viajaré con dos nuevas compañías aéreas y me vendrá a recoger al aeropuerto alguien que apenas conozco, tantos nervios como ganas de pisar un suelo con tanta historia en sus huellas.
Estoy impaciente y debo reconocer que este viaje no lo tengo preparado, que con el paso de los años me he vuelto escrupulosamente no metódico y que toda esa preparativa quedará reflejada en el azar del día a día. Aquello del aprisa y corriendo en un descanso de autobús o la noche previa mientras decido dónde y busco cómo.
¿Qué es lo que me pasa?
¡No lo sé! Apenas atiendo a responderle a algún amigo que mi miedo a las circunstancias del viaje desaparece cuando estoy metido de lleno. Me veo reflejado en un conocido que por miedo a volar, compraba el vuelo un día antes, única y exclusivamente para que su mente dejase de inervar inverosímiles combinaciones.
Así que así ando, con poco más que una ruta en la cabeza y mucha información que chequear,… Esto es, para sincerarme, una especie de abrazo a lo imprevisto, tal vez es eso lo que me atrae de los viajes, no poder controlar circunstancias (la famosa zona de confort).
“Aquel que quiere permanentemente <<llegar más alto>> tiene que contar con que algún día le invadirá el vértigo. ¿Qué es el vértigo? ¿El miedo a la caída? Pero ¿Por qué también tenemos vértigo en un mirador provisto de una vaya segura? El vértigo es algo diferente del miedo a la caída, el vértigo significa que la profundidad que se abre ante nosotros nos trae, nos seduce, despierta en nosotros el deseo de caer, del cual nos defendemos espantados”
“La insoportable levedad del ser” Milan Kundera
Ando leyendo blogs y más blogs…
… y se me iluminan los ojos a la par que la envidia invade los capilares sanguíneos de los dedos de mi mano. Cuanta gente y que bien escriben, qué capacidad, qué inspiración. No me siento con desaliento al leerlos, pura iluminación. Observo atento que exprimen de su yo dentro de cada línea, cómo organizan sus pensamientos, su experiencia. Imagino ese círculo virtuoso de publicar un trozo de vida, y es ahí donde hallo ciertas veces la justificación necesaria para empezar este viaje de escribir.
A mi alrededor, un caos limitado de papeles, la lista de enseres a empacar en la mochila, una colección de comodines que encontré viajando a otros destinos, una libreta «en blanco» «ávida de tinta», un estuche andino que me acompaña desde algún punto entre Atacama (Chile) y Salta (Argentina), sus lápices ataviados, los auriculares en su correspondiente embrollo metafórico y otra suerte de chisme y accesorios que haría feliz al mismo Neruda.
¿Cómo se llama ese instante casual en el cual uno decide que su viaje ha empezado?
Adrenalina!? ¿Nos vemos en Perú?
Nada que envidiar a otros blogueros! Me encanta y me apasiona tu escritura…esta se transforma en una linda melodía… me hace sentir un cúmulo de sensaciones, me hace sentir y sobretodo identificarme mucho en todo ello! Tu simplicidad y conformidad y sobretodo tu capacidad aventurera tan libre y digna de envidiar por muchos!
Es más interesante dejarse llevar, sentir el adentrarse a lo desconocido y conocerlo y experimentarlo por ti mismo! Sólo de pensarlo…ufffff me elevo a lo más alto de aquello llamado felicidad infinita!! 😀
Nos vemos en breve y sobretodo en Perú!!!
Besos Xavi!!!! :*
Gracias Jess! La verdad es que pienso que este viaje me va a remover muchas cosas, además creo que fue mi inconsciente el que eligió el destino (apenas esbozo una idea de los pqs). Ese es un punto del camino que no sale en los mapas; así que veremos que sucede…
Pinta que grandes enseñanzas el camino te dará y un nuevo puzzle completarás, viajero! :*