Chiang Rai (Tailandia)
18 noviembre 2014
La capacidad de sorpresa del ser humano se va debilitando con el tiempo, eso es reversible en determinadas circunstancias y de hecho vital para seguir viviendo, como oxígeno para la capacidad de seguir jugando. Viajar te brinda esa opción, nunca todo está visto y siempre todo está por adivinar.
Después de descubrir la «Clock Tower» y el mercado nocturno lleno de los mil colores (y «aromas») de Tailandia, hoy la escena pasaba al blanco y negro.
Boquiabierto y encandilado frente a un museo con forma de templo de color negro «Black House» a unos cuantos quilómetros en moto desde Chiang Rai; allí una genialidad de artista levantó un templo lleno de conceptos oscuros como cornamentas, pieles de cocodrilo negras, serpientes, mil pieles de animales y pinturas que me recordaron a grabados de Goya (tauromaquia) y a los esbozos del Guernica de Picasso en versión asiática. Un complejo de templos y contracasitas que escenificaban salas de estar, dormitorios, incluso cuartos de baño. Estupefacción celebrada.
A otros tantos kilómetros en dirección contraria de la ciudad de Chiang Rai, del negro al blanco: «Wat Rong Kun» o el Templo Blanco, éste ya como templo budista y creado por el amigo del anterior artista. Aquí la pureza se escenifica por un blanco lleno de espejito en «trencadís» y queda rematado por incursiones de imágenes de Star Wars, Matrix o Kung Fu Panda minimizadas en un mural inmenso de Buda. Sincretismo freak llevado al arte más extraordinario. Alucinado es poco, estaba flipando, «en blanco y negro».
Mañana será otro día con otros matices, espero explicar nuevos colores.
Saludos viajeros
P.s. Os envío mil abrazos, de color blanco.
Detrás de la moto de Yvonne y Gema en busca de los dos atractivos turísticos de los alrededores de Chiang Rai, nos adentramos al remansado rio-autovía que atraviesa la ciudad, circulando a ratos por un arcén ancho y guiados por una aplicación de mapa offline para no pasarnos la salida. Y nos la pasamos dos veces…
Nos recibió una casa en forma de templo, completamente negra, y digo casa pues el artista que la ideó no era religioso como su homólogo del templo blanco y por tanto concibió la estructura como un conjunto arquitectónico muy diferente, eso sí con un edificio central amplio y ceremonioso repleto de enseres oscuros.
Entre la exuberancia de la vegetación, jaulas con serpientes y diferentes estancias acristaladas para ser contempladas por separado: dormitorios, aseos, dormitorios con esa estética renegrida.
Como si de una dualidad griega naciera este par, donde hay un negro-oscuro hace falta un contrario blanco-luz.
Y así llegamos al Templo Blanco “Wat Rong Kun” en una esplanada más abierta de vegetación , más relajada, con un césped y arboles ornamentados por líquenes colgantes en máscaras de personajes de comic y películas de terror. Horizontalidad que dejaban ver el conjunto iluminado a primer golpe de luz, contrareflejado en sí, por el mosaico de espejitos incrustados en la estructura.
Tras recorrer el puente de entrada, sorteado de un foso de brazos alzados salidos del suelo al más modo muerto viviente-primera escena, llegamos al cuerpo central del templo, tras recorrer ese patíbulo hacia la iluminación. Un Buda pintado de grandes dimensiones convivía con una suerte de miniaturas de películas que aún iban retocando y pintando una decena de discípulos de Don Chalermchai Kositpipa. Contemporáneo y de eclepticismo freak pues empezó a construirse en 1997.
Tras preguntar Gema (futura diseñadora del templo rojo por el norte de España) descubrió que la entrevista que realiza el maestro consiste en darte la mano y determinar si eres una buena persona y capaz de tomar parte en las labores del templo. De hecho hablando con gente de la ciudad, nos corroboraron los días que paseaba por la ciudad en los que la gente le saludaba con normalidad. Muy admirado, querido y de personalidad excéntrica. (El reloj iluminado y diversas farolas de la ciudad son obra suya)
Quedamos contentos de haber paseado por ese contraste de fuerzas opuestas que nos llevaron a puntos comunes; es tan así que a falta de corroborarlo decidimos que tras la reciente muerte de Thawan Duchanee arquitecto diseñador del Ban daam Museum (casa negra) la responsabilidad la heredó su amigo, el del color blanco.
En ese Ying-yang, en ese cielo-infierno que se tocaban tanto nos regresamos admirados de la capacidad creativa y de la constancia y arduo trabajo realizado.
Un día más a saludar…