Capítulo 1: Un caldo de cultivo
Aquel callejón de Paharganj acumulaba la suciedad de la India en una sola estampa; en un desnivel de la calle se amontonaban plásticos y desechos orgánicos mientras los afanados vecinos hacían las veces de barrenderos. Había algún que otro charco embarrado y lixiviados varios, un manto de polvo seco alrededor y un calor sofocante. Era una bienvenida icónica, reflejo fiel de todas aquellas imágenes referidas antes sobre la salubridad del país.
Mujeres ataviadas de colores y niños flacuchos caminaban ajenos a nuestra mirada; por un breve instante el aire se enrareció e hizo incomodo, nuestro paso se hacía necesariamente veloz mientras sorteabamos la presencia tranquila de dos vacas que mascaban algún manjar poco sagrado. Alrededor todo era cotidianidad, el asombro sólo era nuestro.
En un local a pie de calle, una especie de garaje mugriento, se concentraban los esfuerzos acumulativos de los vecinos; allí se almacenaban las basuras a la espera que una especie de remolque las recogiera entrada la tarde. Edificios bajos de apenas dos plantas, salpicados por algún edificio de mayor tamaño; allí estaba nuestro hotel, modesto pero adecuado. Momento para el aseo y comer algo en la azotea en una improvisada sala de desayunos con mobiliario de plástico y cojines ajados de variopintos colores. En pocas horas habíamos descubierto el «Paharganj está cerrado por protestas» (treta callejera al salir del tren), las vacas deglutiendo basuras (majestuosas y tranquilas) y la deliciosa oferta de panes planos rellenos (chapati, paratha ,roti y naan). Todo bajo el calor húmedo de la recién estrenada temporada posterior a los monzones.
No soy excesivamente sensible al llamado «choque cultural» y en la India es evidente desde el primer instante; felizmente me gusta descubrir estos contrastes, así que de entrada me cautivó ese desorden. No obstante, una amiga (enfermera ayurveda y asidua visitante) me colocó un preaviso en la consciencia que iba a seguir a rajatabla. Piloto rojo intermitente: » la India te pide paciencia, tolerancia y no tratar de juzgar». Lo que no imaginaba que un pequeño invitado iba a cambiar el guion y de que forma.
Paharganj (Delhi – India)
4 de septiembre de 2016