Sensaciones a unos días de partir:
Estoy enfrente de un folio en blanco y no imagino ni por asomo como explicar todo lo que se mueve por mis adentros. En breve me voy a viajar por tiempo indeterminado: tengo 11 meses contemplándome en el calendario de mi agenda que me miran descubiertos de anotaciones. Lo cierto es que esa incertidumbre me inquieta y atrae por partes iguales. Vértigo viajero!?!
Eso que algunos viajeros llaman «La vuelta al mundo« y que yo ahora tarareo en forma de canción de Calle 13
Tengo las emociones a flor de piel y cuando me despido de alguien lo miro como si fuera la primera y última vez; a muchos los reencontraré, otros tantos partirán hacia nuevos retos y destinos y sin embargo la sensación es de ganancia. ¡Me llevo sonrisas y miradas!
Son abrazos en formato XL,estos días, llenos de píxeles que impactan en mi sensor y definen una imagen de lo más nítida que nunca pude ver, un cambio de escala (ISO).
Releo mensajes de móvil, miro fotografías de amigos y familiares, instantáneas de otros viajes. Al mismo tiempo un desarreglo de listados, documentación y guías de viaje se acumulan en la mesilla del comedor, pero no me importa. A cada paso anárquico que doy, adrenalina y calma me invaden por dentro recordándome que la vida empieza siempre por el verbo “querer”.
Todo gran viaje empieza por un paso:
Yo estoy aquí, en ese punto, de pie, igual que tantos otros antes (los veo en vídeos, los releo cómplice en sus relatos, identificado y admirado de las coincidencias). No soy nadie excepcional de hecho soy indeciso, tímido y temeroso de romper mi zona de confort. Me siento a un momento de volver a preguntarme ¿Por qué locura me metí en esto? Y a otro de recordarme ¡Vas a realizar un sueño! De hecho aún no me lo creo y hasta que no esté sentado en el avión no podré acabar de materializar.
Instantes en mi cabeza:
- El momento que se lo comenté a mis padres. Cada conversación con ellos, estos días.
- La cara que puso mi jefe. Su apoyo posterior. Mis compañeros de trabajo, algún cliente con confianza suficiente como para contarle la idea.
- Las sonrisas y ánimos de mis amigos más cercanos. Sus frases y sobretodo la sensación de partir en solitario pero acompañado.
- El día que contraté el seguro de viaje.
- El momento que apreté la tecla para comprar el primer vuelo.
- Algún momento de ansiedad y ausencia de sueño. Horarios irregulares de comidas y despistes varios.
- Mantras: “Este viaje te cambiará la vida” “Vas a aprender mucho”, “Todo va a salir bien”…
- Listas de cosas a preparar, procrastinación y miradas por la ventana al azul del cielo.
- Despertarse imaginando la escena del aeropuerto.
Mi entorno: familia y amigos
Es curioso, pero la dimensión de las relaciones de mi entorno han ganado un grado extra, superando el 3D y dándome perspectiva desde la distancia, tal vez porque mi cuerpo está aquí pero mi mente está por las arenas del Sáhara.
Mis padres, están pendientes, a mil, para ver a que me pueden ayudar. Sé que hace días están un poco estupefactos aunque han aceptado, a su modo, mi libre albedrío ¡Sí! Y que quizás ahora se estarán preguntando: -En que momento nos salió este chico tan loco… ¿Cuándo se dio el golpe en la cabeza?- Jeje.
Reconforta ver que a los valores transmitidos desde pequeño; “ser buena persona”, “actuar de forma justa con los demás ” y otros tantos, yo he encontrado unos cimientos adecuados para ir ampliando círculos de posibilidades, crecimiento y libertad. Al final este viaje es una continuación de una historia que viene más allá de mi persona y aunque ellos nunca fueron muy viajeros, mi madre ya me llevó en avión cuando aún crecía su barriga.
Estos días pensaba sobre mis abuelos, con una nebulosa duda instalada en la cabeza. ¿Debería marchar? ¡Los volveré a ver? Probablemente es de una de las pocas razones que retienen mi alma de pie en estas baldosas. Y ahí a escasos metros, al otro lado de la pared maestra de mi hogar están las razones. Mi abuela Teresa pierde la memoria pero siempre trata de sonreír, tiene días, pero siempre atrapa mi mano con fuerza, nunca dejó de hacerlo. ¡Y tiene más de 90 años! Mi abuelo Joan decidió tranquilizarme con una mirada de muchas tonalidades. Dar en la diana con cuatro palabras certeras de comprensión. Ese fue un instante; Él siempre tan respetuoso y medido (como cuando ejercía de portero de aquella finca en el carrer de Urgell).
Me vienen a la cabeza algunos amigos, pop-ups de pantalla sensorial… -No sé cómo explicar esa felicidad por lo que vas a hacer y como yo también la vivo…- ; – Es muy grande lo que vas a empezar… ; – Te voy a echar mucho de menos- ; – Estos días no he parado de pensar en ti.- ; palabras bonitas que ayudan mucho y emocionan, la verdad.
Reflexiones de balcón:
Ayer celebraba dos aniversarios; ¡Pura felicidad! Me asomaba al balcón de un segundo piso con un viejo amigo totalmente nuevo. Reflexionábamos más allá de la música de cumpleaños correderas adentro. ¡Qué afortunados somos! Hablábamos de nuestros respectivos planes de futuro, del amor, del sentido de vivir y del día a día de la ciudad , … conscientes y agradecidos.
Siempre lo digo que mis paisajes interiores son las personas que conozco: verdaderos territorios a visitar de mi trayecto: salto a salto. No espero más de este viaje que conocerme un poco mejor en las conversaciones nuevas y en el silencio cuando esté a solas.
Nada más a añadir, estoy feliz y nervioso y podría alargar, pero esto es sólo un instante vibrante. a cinco días de partir y cumplir un sueño. Lo que se gana preparando lo que quieres es indescriptible y no puedo mas que animaros a todos a comprobarlo.
Hay vida en cada sueño que uno elabora e intenta cumplir.
¡Saludos viajeros!